18 Ago El aire acondicionado, la principal causa de resfriado en verano
El cambio brusco de frío a calor es devastador. Que si ahora sudas, que ahora entro en una tienda y hace un frío horrible. Claro, con estos cambios de clima es normal que el 20% de los españoles nos resfriemos en verano. Y no sólo que cogemos un buen constipado, sino otras dolencias como irritaciones oculares y de la piel, lumbalgias, afonías o faringitis, especialmente en las oficinas donde hay un exceso de frío y sequedad en el ambiente.
La llegada del verano suele ir acompañada por una guerra por el control del termostato. Además del frío, también debemos tener en cuenta otros riesgos laborales que repercuten en la salud como es la calidad del aire.
Según los especialistas, el funcionamiento y la recirculación del aire acondicionado provocan la absorción de la humedad en las diferentes estancias, y pueden llegar a resecar el ambiente por debajo del 30%.
El uso excesivo del aire acondicionado puede resecar las mucosas de la nariz y otras vías aéreas al tratarse de un aire más seco, haciéndolas más vulnerables a una infección: rinitis, faringitis, laringitis, bronquitis, neumonías (en casos más severos), dermatitis, sequedad e irritación en los ojos (especialmente en quienes usan lentillas) o dolores de cabeza.
Estos trastornos se pueden prevenir manteniendo la humedad relativa entre el 45% y el 65% para cualquiera de las temperaturas comprendidas entre los 23 y los 26 grados.
Recomendaciones en ambientes secos
En casos de ambientes demasiado resecos, se recomienda respirar por la nariz, ya que así el aire entra en los pulmones a la temperatura corporal y con el grado de humedad necesario para evitar la sequedad de las vías respiratorias.
Otro factor importante de bienestar es la velocidad del aire acondicionado: en verano es recomendable mantener una velocidad media máxima de aire de 0,19 metros por segundo.
El termostato debe estar en torno a los 25 grados en verano, aunque cada persona es diferente y su temperatura óptima está condicionada por factores como el sexo, la edad, el peso, la actividad desarrollada o el tipo de indumentaria, entre otros.
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